Este año he decidido comenzar septiembre de manera diferente y quiero compartirlo con vosotr@s.
Os habéis planteado alguna vez ¿cual es vuestra identidad docente?
La identidad docente no se encuentra en un título ni en una oposición superada. Se construye en el día a día, en la manera en que miramos a nuestros alumnos, en cómo entendemos la inclusión, en el valor que damos al error y en la ternura con la que sostenemos logros invisibles.
Ser docente de Pedagogía Terapéutica implica mucho más que adaptar materiales: es convertir aulas sin instrucciones en refugios de amor, dignidad y aprendizaje real. Nuestra identidad no es fija; evoluciona con la práctica, se revisa con la formación y se enriquece con cada experiencia.
Por eso, el inicio de este curso educativo, tanto profesional como de preparación de oposiciones no puede limitarse al conocimiento y puesta en práctica de nuestras leyes o temario. Necesitamos preguntarnos quiénes somos como futuros docentes, qué valores son innegociables para nosotros y qué mundo queremos construir desde nuestras aulas.
Este ha sido nuestro punto de partida
Antes de que podáis conocer cual es mi identidad docente, os voy a lanzar algunas preguntas:
- ¿Cuál es tu propósito como docente?
- ¿Qué significa para ti la inclusión real?
- ¿Qué metáfora te representa como maestro/a?
Mi identidad docente se ha forjado entre la invisibilidad y la resistencia, entre aulas sin instrucciones y trincheras emocionales que he decidido convertir en refugios de amor, dignidad y aprendizajes reales.
Mis valores son innegociables: la ternura, la justicia, la empatía y la acción. No concibo una educación que no mire a los ojos, que no escuche el silencio, que no abrace lo que el sistema no alcanza a comprender.
Soy maestra de aulas especiales, donde no se celebran las redacciones perfectas, sino los mensajes sin palabras . Donde el logro no es llenar una ficha, sino permanecer sentado sin crisis, mirar a los ojos, o permitir que alguien te ayude a cepillarte los dientes sin miedo.
Me dejo guiar por las leyes, pero lo que de verdad me sostienen son los avances de mis chic@ s. Los que no caben en una rúbrica, los que no aparecen en un boletín.
Creo que la inclusión no se decreta, se practica.
Creo en una escuela que abrace, que escuche, que actúe. Donde la evaluación sea herramienta, no castigo. Donde el error sea camino. Donde cada niño y niña tenga un lugar al que pertenecer.
Soy una maestra que habla cuando otros callan, que resiste cuando otros miran hacia otro lado. Que alza la voz por quienes no la tienen. Que no busca medallas, sino un sistema que no olvide por quién y para quién existe.
👉 Y tú, ¿tienes clara tu identidad docente?


