La actualidad Educativa nos obliga a enfrentamos al desafío constante de adaptar nuestras estrategias pedagógicas para satisfacer las necesidades y capacidades diversas de nuestro alumnado. El camino más acertado para alcanzar este objetivo es a través de la implementación de metodologías activas que fomentan la inclusión y enciendan la motivación por el aprendizaje permitiendo el reenganche de niños/as, chicos/as que tenemos en nuestros centros.

Las metodologías activas, que incluyen estrategias como el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje-servicio, o el aprendizaje cooperativo, colocan al alumnado en el centro del proceso educativo, siendo los protagonistas de su propio aprendizaje, promoviendo su participación activa, reflexiva y crítica. Además nos ayudan a luchar por una educación inclusiva, donde, independientemente de las capacidades o necesidades, nuestros chicos/as encuentra un espacio para explorar, aprender y contribuir.

En mi caso el uso de estas metodologías nos aportan el:

1. Desarrollo de Habilidades Sociales y Emocionales:
   Al trabajar en un entorno colaborativo,  aprenden a comunicarse, a resolver conflictos y a comprender y respetar las diferencias individuales. 
2. Adaptabilidad y Personalización:
   Con una mayor flexibilidad y adaptación a las necesidades y ritmos de aprendizajes. Esto es especialmente relevante en mi clase actual.
3. Motivación y Compromiso:
   Al implicarse activamente en su proceso de aprendizaje,  encuentran un propósito y un significado en lo que están aprendiendo. Esta conexión  fomenta su motivación y  compromiso.
4. Descubrimiento y Creatividad:
   La curiosidad y descubrimiento suelen brillar por su ausencia en nuestra aulas, por lo que estas metodologías nos ofrecen la oportunidad de que entren de nuevo a jugar en nuestra partida. En la partida de explorar, cuestionar y crear, lo que enriquece su experiencia de aprendizaje y fomenta una perspectiva innovadora.
5. Evaluación Continua, global, formativa, integradora, competencial y reflexiva:
   que les permite entender mejor sus progresos y áreas de mejora, promoviendo una mentalidad de crecimiento y una autoevaluación constructiva.

¡ Os comparto mi desafío para este año: transformar a mi nuevo grupo de alumnos/as haciéndoles brillar con luz propia!